sábado, 13 de mayo de 2017

Martínez Cano 3º ESO, 2017


Martínez Cano 3º ESO, 2017

Todo señalaba que sería un día más, una visita más, una buena excusa para "perder" clases y salir del colegio... pero nada más lejos de la realidad. Llegamos a Martínez Cano dispuestos a ver una planta de reciclado más, montañas y montañas de basura, con la que nos dirían que si reciclamos, el mundo, y nuestro archipiélago mejoraría, pero el mensaje y la experiencia resultaron ser mucho más profundos.

No estábamos en una planta de reciclaje, sino en una planta de gestión de residuos. Sí, residuos procedentes de todos los rincones de la isla, que desde 1968 se encargan de hacer el archipiélago un poco mejor. Todo lo que nosotros introducimos en los contenedores (mayoritariamente azules y amarillos) van a parar a esta planta, donde se clasifican, separan, limpian, trituran y prensan para posteriormente llevarlo a una de las 5 empresas de reciclaje a las que nutrimos con estas materias primas, prioritariamente plásticos, papel y aluminio. De esta manera, se construye un círculo de reciclaje que nutre a 6 empresas canarias que activan la economía de la isla. Tampoco sabía que exportamos casi el 90% de la producción de pasta de papel a nivel nacional para su posterior reciclaje; ni que una botella de plástico no puede ser rellenada de agua en más de 3 ocasiones, o que 1 litro de aceite de cocina puede llegar a contaminar 100 litros de agua de nuestros mares.

La verdad es que una vez acabada la visita y de vuelta al colegio, jamás pensé que el acto de que yo recicle en casa podía llegar a tanto y tan lejos, y mucho menos que con ello contribuyese a crear puestos de empleo y de paso protegiese nuestra isla y nuestro archipiélago. Una visita del todo provechosa, que sin duda marca un antes y un después en mi pensamiento del reciclaje y en mi forma de actuar.